viernes, 22 de abril de 2011

Baby we were born to run!

El sudor corre por tu cara. La respiración, cada vez más acelerada. Los músculos chillan, te suplican que pares. Pero tú no lo haces, porque correr, al fin y al cabo, es algo mental. Piensas en esa farola que te has puesto como meta, y al rebasarla, piensas en el coche que se ve a lo lejos aparcado. Te concentras en la fuente, en el puente, en aquel árbol que sobresale por encima del resto. Tu cuerpo entra en ese estado en el que los pies se mueven por inercia, no notas la falta de oxígeno, apenas sientes tu cuerpo. Sólo quedáis la música, tú, y la siguiente meta. Los tres formando una perfecta escena, nada más importa, hace media hora que está lloviendo, tus ropas están completamente empapadas, pero a ti te da igual. Finalmente, simplemente dejas de correr, no puedes más, hasta aquí hemos llegado. Mientras vas andando, y mueves tus brazos, sonríes. Sabes que mañana avanzarás unos metros más, y pasado otros, y entiendes que la vida no es muy distinta de esto, pues al final se limita a una carrera de fondo. A veces nos vemos fuertes y marcamos un ritmo alto, exultantes; otras nos movemos por pura voluntad y amor propio; otras simplemente nos arrastramos penosamente a lo largo del camino, pero en definitiva, siempre, siempre, se trata de llegar a la meta. El puesto no es tan importante, simplemente hay que acabar lo que has empezado.

Y para acompañar, la marcha:


:)






1 comentario:

  1. Buena comparación. Estés en el momento que estés, corriendo a toda leche o tomando un poco de agua porque estás cansadiño no olvides que la siguiente meta está cada día más cerca. Y es tuya. Te está esperando. Ahí... A que llegues! :)

    ResponderEliminar