domingo, 15 de mayo de 2011

Six Feet Under: una lección sobre la vida

Ayer terminé esta obra de arte, y aún sigo dando vueltas a lo que ha significado para mí.

-En primer lugar, os haré una pequeña introducción sobre qué trata la serie:

Six Feet Under es una serie que narra la vida de una familia cuyo negocio es una funeraria. Centrándose en la madre, y sus tres hijos, vamos avanzando junto a ellos a lo largo de sus vidas, observando sus miedos, sus alegrías, sus inquietudes... todas esas cosas que en definitiva nos hacen humanos. Cada uno realiza un viaje ne busca de su "yo interior", de su lugar en el mundo, con sus correspondientes altibajos.

El capítulo comienza con una muerte, todas son de lo más sencillo y natural (un resbalón en la ducha, un enfermo terminal en un hospital, un atropello...) y es por ello que no puedes evitar sentir cierta angustia al darte cuenta de que todo puede acabar en cualquier momento. A partir de ahí, el capítulo se desarrolla centrándose en el funeral del personaje, o bien dejándolo un poco de lado y desarrollando la trama principal. Pero, en principio, todo gira en torno a la muerte, a como las personas reaccionan ante ella y qué hacen para afrontar ese duro golpe.

-Ahora, comentaré un poco mis impresiones, sin desvelar ningún detalle de la trama principal:

Six Feet Under es una serie que quizás requiera un poco de paciencia. Su ritmo es lento, y hay que empatizar con los personajes para lograr disfrutarla completamente. Eso, evidentemente, lleva un tiempo, yo creo que hasta que no finalizas la 1º temporada no lo consigues del todo. Amarás a algunos, odiarás a otros, te sentirás identificado muchas veces, pero por encima de todo, llegarás a ver lo humanos que son. Personas, con sus virtudes y defectos, que intentan pasar por la vida de la mejor manera posible.

Por lo general, ésta no es una de esas series en las que devoras un capi tras otro, y al acabar uno tienes la necesidad de poner el siguiente. Aquí, cada cierre invita a una reflexión, dejándote con una mezcla de sentimientos encontrados impresionantes. También tiene sus capítulos de relleno, pero en promedio el nivel es muy, muy alto.Cada episodio está perfectamente rodado, con actuaciones sublimes (aconsejo verla en VO) y unos diálogos brutales. Aquí os dejo algunos ejemplos:

-Si tú crees que la vida es una máquina de refrescos, en la que metes virtud y consigues felicidad… seguro que vas a sentirte defraudado.


-El amor no es algo que sientes: es algo que haces. Y si la persona con la que estás no quiere... más vale que te reserves para otra que sí quiera.


-No hay más que una vida. No hay Dios, ni reglas, ni juicios… más que los que tú aceptes o crees para ti mismo. Y cuando se acaba… se acaba. Duermes por toda la eternidad. Sé feliz mientras estés aquí!


- ¿Por qué estoy siempre luchando por algo que nunca me ha llegado a convencer? - La costumbre.


-Te agarras a tu sufrimiento como si significase algo, como si mereciese la pena... y no merece la pena, ¡olvídalo! Las posibilidades son infinitas y tú sólo te lamentas. Puedes hacer lo que quieras, idiota... ¡estás vivo! ¿Qué es un poco de sufrimiento comparado con eso?


-La mentira del amor romántico es, de todas las mentiras que nos cuentan y que nos tragamos en este mundo adicto al confort, la más insidiosa de todas. La seductora pero infantil noción de que en algún lugar existe alguien que nos complementará en todos los sentidos. Alguien que nos hará completos. Y por supuesto, esa ilusión nos impide llegar a ser completos. Dentro y fuera de nosotros mismos. Y finalmente nos anima a despreciar nuestras debilidades, nuestros defectos, y todo aquello en lo que se basa nuestra humanidad. Nuestra humanidad, sin la cual, por supuesto, no somos nada.


-Aunque me odiaba a mí mismo, tenía que gustar a los demás.


- Hay muchos países donde la muerte de un niño es algo corriente; pero no lo soportamos porque un niño muerto es el mayor fracaso de una cultura que considera que algo así invierte el orden natural… - Sabéis qué encuentro interesante?: si pierdes a tu cónyuge, te llaman viudo o viuda; si eres un niño y pierdes a tus padres, entonces eres un huérfano; pero, qué término se utiliza para describir al progenitor que pierde a un hijo? Supongo que será demasiado horrible para tener un nombre.


 Esto es solo una ínfima parte, pero os podéis hacer a la idea, verdad?


Otro punto muy fuerte es la música que acompaña a la serie, encontrarte joyas como Lucky de Radiohead o Rebellion, Lies de Arcade Fire, entre muchísimas otras, siempre es un placer.

Sin embargo, todo viaje tiene su final, parafraseando a la promo de la 5º temporada, everything ends. Y entonces es cuando vives una experiencia que no se puede describir con palabras, porque hay que sentirlo, y comprendes que has estado viendo una verdadera obra de arte, y por fin la has cerrado con un broche de oro. Recomiendo encarecídamente que no indaguéis nada sobre el final, pues ha de disfrutarse en su debido momento, sin ningún tipo de información adicional. Y es que, como dije antes, esta es una serie que parece tratar sobre la muerte, pero en realidad te da una lección sobre la vida.




Si has llegado hasta aquí, y decides comenzarla, que sepas que te envidio. Estás a las puertas de toda una experiencia, que puede llegar a calarte mucho más hondo de lo que crees. Disfrútala. :)

jueves, 5 de mayo de 2011

Frases grandes que surgen de pequeños momentos I

Esta tarde tumbados al sol, entre risas y humo, hallábase servidor intentando liar un cigarrillo. No fumo, ocasionalmente puedo disfrutar un liado o algo con más contenido, pero en esta ocasión se trataba únicamente de aprender liar un cigarrillo decentemente.

Bien saben los que me conocen que ni la destreza manual ni mi paciencia para estas cosas se cuentan entre mis virtudes, así que mi desesperación crecía a medida que veía escapar el tabaco por los bordes, arrugarse el papel entre mi propia saliva, y caérseme el filtro por un costado. Entonces, llegó la gran frase:

"Tío, liar un cigarrillo es como ligar".

Y qué razón tenía: hay que ser cuidadoso, pero firme, extremadamente paciente, y tener ese toque final elegante para que todo quede fino, fino. Más tarde habrá que ver si tira o no tira, pero esa ya es otra historia que contaremos otro día.

sábado, 23 de abril de 2011

Just do it

Esta mañana me ha dado por ponerme a ver en youtube los clásico anuncios de Nike en los que se juntaban jugadores míticos, son una maravilla. Especial mención a estos tres:


Qué decir: Henry, Ronaldo, Roberto Carlos, Totti, Figo... en una jaula haciendo maravillas. Con un grandísimo Cantona a modo de speaker, y sonando "A little less conversation" de fondo. Impresionante.


El segundo, más fantástico pero no por ello menos genial:


Figo, Rui Costa, Maldini, Ronaldo y de nuevo, el ídolo de Eric Cantona, luchando contra el equipo del mal. Imposible de olvidar el control de pecho, los cuellos arriba y ese "Au revoir" que se marca el tío. Enorme.


Y por último, quizás el que menos me gusta de los tres, pero lo dejo a modo de homenaje hacía la selección de Brasil que nos trajo el "Joga bonito":



Y hasta aquí hemos llegado por hoy, ciao! :D

viernes, 22 de abril de 2011

Baby we were born to run!

El sudor corre por tu cara. La respiración, cada vez más acelerada. Los músculos chillan, te suplican que pares. Pero tú no lo haces, porque correr, al fin y al cabo, es algo mental. Piensas en esa farola que te has puesto como meta, y al rebasarla, piensas en el coche que se ve a lo lejos aparcado. Te concentras en la fuente, en el puente, en aquel árbol que sobresale por encima del resto. Tu cuerpo entra en ese estado en el que los pies se mueven por inercia, no notas la falta de oxígeno, apenas sientes tu cuerpo. Sólo quedáis la música, tú, y la siguiente meta. Los tres formando una perfecta escena, nada más importa, hace media hora que está lloviendo, tus ropas están completamente empapadas, pero a ti te da igual. Finalmente, simplemente dejas de correr, no puedes más, hasta aquí hemos llegado. Mientras vas andando, y mueves tus brazos, sonríes. Sabes que mañana avanzarás unos metros más, y pasado otros, y entiendes que la vida no es muy distinta de esto, pues al final se limita a una carrera de fondo. A veces nos vemos fuertes y marcamos un ritmo alto, exultantes; otras nos movemos por pura voluntad y amor propio; otras simplemente nos arrastramos penosamente a lo largo del camino, pero en definitiva, siempre, siempre, se trata de llegar a la meta. El puesto no es tan importante, simplemente hay que acabar lo que has empezado.

Y para acompañar, la marcha:


:)






Volvemos a la carga

Y con más ganas que nunca.

lunes, 31 de enero de 2011

Un país en la mochila

Hace unos días, encontré fortuitamente un artículo que, en pocas palabras, consiguió plasmar con un puñado de letras aquello que siempre he pensado y nunca he sabido expresar. Hace apenas año y medio (¡apenas!), me propuse comenzar a viajar y conocer algo más que el lugar donde vivía. No me refiero a visitar un hotel y conocer la playa adyacente, u hospedarme en el centro de una ciudad y bajar a desayunar a la cafetería de enfrente.

Hablo de, con la ayuda de amigos que vivan allí, o con simple curiosidad, patear de arriba abajo mi destino, perdiéndome entre las calles y entre la gente, descubriendo lugares y disfrutando de lo que veo. La Puerta del Sol, El Retiro, La Manga o Maspalomas  tienen su encanto, pero artificial y turístico. El verdadero placer reside en perderte una noche en el barrio de San Fernando en Telde, comer en el primer kebab que abrieron en Madrid, visitar de noche las playas de Melenara, bañarse en el rio Bullas o tomar el sol en la playa de Calblanque. En definitiva, disfrutar de esas cosas que solo conocen los autóctonos o curiosos.

Antes de dejaros el texto, quiero recalcar que las intenciones del artículo siguen otros derroteros, pero no me parece nada despreciable el mensaje que envía.

Carta a María, por Arturo Pérez-Reverte.

Tienes catorce años y preguntas cosas para las que no tengo respuesta. Entre otras razones, porque nunca hay respuestas para todo. Y además, he pasado la vida echando la pota mientras oía a demasiados apóstoles de vía estrecha, visionarios y sinvergüenzas que decían tener la verdad sentada en el hombro. Yo sólo puedo escribirte que no hay varitas mágicas, ni ábrete sésamos. Esos son cuentos chinos. De lo que sí estoy seguro es de que no hay mejor vacuna que el conocimiento. Me refiero a la cultura, en el sentido amplio y generoso del término: no soluciona casi nada, pero ayuda a comprender, a asumir, sin caer en el embrutecimiento, o en la resignación. Con ello quiero sugerirte que leas, que viajes, y que mires.

Fíjate bien. Eres el último eslabón de una cadena maravillosa que tiene diez mil años de historia. De una cultura originalmente mediterránea que arranca de la Biblia, Egipto y la Grecia clásica, que luego se hace romana y fertiliza al Occidente que hoy llamamos Europa. Una cultura que se mezcla con otras a medida que se extiende, que se impregna de Islam hasta florecer en la latinidad cristiana medieval y el Renacimiento, y luego viaja a América en naves españolas para retornar enriquecida por ese nuevo y vigoroso mestizaje, antes de volverse Ilustración, o Fiesta de las Ideas, y Ochocentismo de revoluciones y esperanzas. 0 sea, que no naciste ayer.

Para conocerte, para comprender, lee al menos lo básico. Estudia la Mitología, y también a Homero, y a Virgilio, y las historias del mundo antiguo que sentó las bases políticas e intelectuales de éste. Conoce al menos el alfabeto griego y un vocabulario básico. Estudia latín si puedes, aunque sólo sea un año o dos, para tener la base, la madre del universo en que te mueves. Da igual que te gusten las ciencias: ten presente – como siempre recuerda Pepe Perona, mi amigo el maestro de Gramática -, que Newton escribió en latín sus Principia Mathematica, y que hasta Descartes toda la ciencia europea se escribió en esa lengua. Debes hablar inglés y francés por lo menos, chapurrear un poco de italiano, y que el estudio del gallego, del euskera, del catalán, que tal vez sean tus hermosas y necesarias lenguas maternas, no te impida nunca dominar a la perfección ese eficaz y bellísimo instrumento al que aquí llamamos castellano y en todo el mundo, América incluida, conocen como español. Para ello, lee como mínimo a Quevedo y a Cervantes, échale un vistazo al teatro y la poesía del Siglo de Oro, conoce a Moratín, que era madrileño, a Galdós, que era canario, a Valle-Inclán, que era gallego, a Pío Baroja, que era vasco. Rastrea sus textos y encontrarás etimologías, aportaciones de todas las lenguas españolas además de las clásicas y semíticas. Con algunos de ellos también aprenderás fácilmente Historia, y eso te llevará a Polibio, Herodoto, Suetonio, Tácito, Muntaner, Moncada, Bernal Díaz del Castillo, Gibbon, Menéndez Pidal, Elliot, Fernández Álvarez, Kamen y a tantos otros. Ponlos a todos en buena compañía con Dante, Shakespeare, Voltaire, Dickens, Stendhal, Dostoievski, Tolstoi, Melville, Mann. No olvides el Nuevo Testamento, y recuerda que en el principio fue la Biblia, y que toda la Historia de la Filosofía no es, en cierto modo, sino notas a pie de página a las obras de Platón y Aristóteles.

Viaja, y hazlo con esos libros en la intención, en la memoria y en la mochila. Verás qué pocos fanatismos e ignorancias de pueblo y cabra de campanario sobreviven a una visita paciente a El Escorial, a una mañana en el museo del Prado, a un paseo por los barrios viejos de Sevilla, a una cerveza bajo el acueducto de Segovia. Llégate a la Costa de la Muerte y mira morir el sol como lo veían los antiguos celtas del Finis Terrae. Tapea en el casco viejo de San Sebastián mientras consideras la posibilidad de que parte del castellano pudo nacer del intento vasco por hablar latín. Observa desde las ruinas romanas de Tarragona el mar por el que vinieron las legiones y los dioses, intuye en Extremadura por qué sus hombres se fueron a conquistar América, sigue al Cid desde la catedral de Burgos a las murallas de Valencia, a los moriscos y sefardíes en su triste y dilatado exilio. En Granada, Córdoba, Melilla, convéncete de que el moro de la patera nunca será extranjero para ti. Y sitúa todo eso en un marco general, que también es tuyo, visitando el Coliseo de Roma, la catedral de Estrasburgo, Lisboa, el Vaticano, el monte San Michel. Tómate un café en Viena y en París, mira los museos de Londres, descubre una etimología almogávar en el bazar de Estambul o una palabra hispana en un restaurante de Nueva York, lee a Borges en la Recoleta de Buenos Aires, sube a las pirámides de Egipto y a las mejicanas de Teotihuacán. Si haces todo eso o al menos sueñas con hacerlo, conocerás la única patria que de verdad vale la pena.

lunes, 10 de enero de 2011

Yo sí creo en ellos


Es cierto que hay mucha mierda en el deporte, pero sin un poco de fe, no vamos a ningún lado. Yo seguiré disfrutando con ellos a riesgo de llevarme una gran desilusión. ¿Y tú?